Os voy a contar una historia real aunque sin decir nombres ni lugares. Federico no había tenido mucha suerte en la vida; habiendo perdido muy joven a su madre, su padre era un borracho que no se preocupó de su educación por lo que pronto abandonó los estudios y se dedicó a trabajos en el sector servicios, lo más fácil en la localidad turística donde vive. Hace algunos años su padre murió y apenas dejó unos pocos miles de euros en la cuenta. Ni siquiera el piso donde vivían era suyo por lo que tras el entierro se buscó un apartamento de alquiler más pequeño. Sé que esto no es lo habitual, lo normal es que un hijo único herede alguna propiedad de sus progenitores pero como ejemplo sirve igual porque caso de tener vivos a sus padres y de tener ellos algo de valor, el relato creo hubiera acabado igual sólo que con ellos embargados por avalarle.
En plena burbuja inmobiliaria y con la presión mediática de que alquilar es tirar el dinero, incluso juntando su sueldo con el de su novia no era posible comprarse algo en el pueblo pero por fortuna -pensaron entonces- el ayuntamiento sacó a concurso una promoción de viviendas sociales protegidas y ellos cumplían todos los requisitos. A pesar de la enorme cantidad de aspirantes tuvieron la fortuna de conseguir un piso muy por debajo del precio de mercado de la zona con una hipoteca por el 100% ya que se tasó por encima del coste. Yo conocí esa vivienda y era todo un lujo, con una amplia terraza con vistas al mar que era la envidia de los amigos.
Llegó la crisis y ambos perdieron el trabajo y el Euribor se fue a máximos pero a los pocos meses volvieron a conseguir otro empleo y lo volvieron a perder pero pronto obtuvieron otro. Eso sí, del primer contrato al tercero su nómina se había reducido notablemente. Y en ese momento la pareja se rompió y ella le pidió a él que vendieran y repartieran pero claro, las condiciones de la vivienda eran tan buenas que el ayuntamiento debía blindarse contra posibles compradores que quisieran especular con ella por lo que una de las clausulas impedía vender los primeros años. Lo único que podía hacer era devolver la casa al municipio arriesgándose a perder lo pagado por la hipoteca hasta ese momento.
Yo no tenía mucha relación con él pero como me encontraba allí cuando pasó todo esto, le insistí mucho en que asumiera que lo pagado hasta ahora de hipoteca lo tomara como un gasto de alquiler y que la devolviera, que la economía estaba empeorando mucho y que no podía arriesgarse. Él no quería hacerme caso y tiene su lógica ya que la mayoría, aunque sólo sea por puro instinto de supervivencia, pensamos que nuestro futuro concreto mejorará, incluso aunque seamos negativos con la visión global. Él pensó que si devolvía la casa aún tendría la deuda del crédito que pidió para amueblar la cocina y que iba a necesitar seguir viviendo en algún sitio… y la entidad financiera le ofreció la solución ya que el gobierno de entonces había presionado para que bancos y cajas dieran un respiro a los hipotecados. En concreto le ofrecieron el aplazamiento del pago del 50% de las cuotas durante dos años. Agarrándose a esa opción, Federico se quedó con la casa.
En este tiempo ha perdido y encontrado trabajo varias veces pero los últimos obtenidos eran de objetivos variables por venta de seguros, de alarmas… justo esos gastos “extra” que cada vez hace menos todo el mundo. Lleva años sin pagar la comunidad y hace poco salió el juicio en el que él aceptó la deuda pero alegó que no tiene dinero. Lleva meses sin pagar la hipoteca y ya no hay ni un solo amigo que le preste dinero. La exnovia tampoco tiene empleo y está preocupadísima porque irán contra ella aunque lleva años sin disfrutar del piso ya que se volvió a convivir con sus padres. El banco no le concede la dación en pago a pesar de que lo debido se ajusta bastante al valor real porque según le han dicho en la sucursal “nadie compra nada y en el mismo sitio tenemos dos promociones enteras”. Además, ya ha empezado a hincharse la deuda con los intereses de demora…
Repito que esta es una historia real no muy diferente a otras miles que deben estar pasando en España hace meses y de la que todos podemos sacar muchas conclusiones. En cuanto a los culpables de esto, está claro que Federico tomó muy malas decisiones pero a mi me gustaría incidir en lo negativas que pueden resultar determinadas “ayudas”.
Es muy popular eso de las “viviendas sociales” pero es evidente que Federico jamás debió ser propietario de una vivienda y lo fue por culpa del alcalde ya que no es lo mismo ofrecer un sitio donde vivir (un alquiler barato en propiedades municipales por ejemplo) que animar a alguien a endeudarse para creerse dueño de algo que será de la entidad financiera las siguientes 2 o 3 décadas y en cuyas condiciones no contemplaba una salida por si el inmueble bajaba de precio. Tampoco el entorno social de aquellos años ayudó a Federico, residiendo en una de las zonas donde más se presumía de pelotazos urbanísticos pero quiero seguir por el camino de las supuestas “ayudas”. Hubiera sido mucho mejor que no se hubieran aprobado las medidas de aplazamiento de las cuotas porque, como pasó con las ayudas a la banca, retrasaron el des-apalancamiento tan necesario y lo que hicieron fue invitar a persistir en el error… pasó el tiempo, la propiedad perdió su valor y el pago mensual aumentó con la actualización de los intereses. Sin esa opción, se hubiera visto obligado a devolver la vivienda y hubiera sufrido entonces pero seguramente ahora estaría mejor.
Federico no es inocente, el banco no es inocente, la sociedad misma no lo es pero es paradójico que él no estaría en tan mala situación sin los políticos que se metieron a “ayudar” lo que me lleva a ser muy receloso respecto a las medidas anti-desahucio que está preparando el actual gobierno. Ignoro cómo acabará esta historia pero me temo que Federico tardará años en aceptar un trabajo –si tiene la suerte de conseguirlo- que no sea en negro porque cualquier ingreso en A que tenga será automáticamente embargado por lo que estará condenado a la economía sumergida y seguramente viviendo de alquiler sin contrato. Y todo por haber tenido “suerte” en un concurso municipal…