Wörgl es un pueblo de Austria conocido por absolutamente nada, bueno, es conocido por un experimento que se realizó ahí y se realizó precisamente ahí por que Wörgl no era conocido por nada y ya sabemos que los experimentos son mejor hacerlos con gaseosa.
Este experimento (Tenéis más información aquí) consistió esencialmente en introducir, junto a la oficial, una segunda moneda válida únicamente en este municipio cercano a Viena en 1932. La base del experimento es la siguente; esta segunda moneda pierde mensualmente el 1% de su valor, para eludir esta devaluación la gente gasta rápidamente este “dinero menguante”. Así que este dinero circula rápidamente por la comunidad, en vez de ser ahorrarlo. Por tanto, mientras la pasta se queda debajo del colchón en Austria en Wörgl le ponen piernas y aprende de nuevo a andar. La consecuencia es por tanto que la economía local florece, vuelven a aumentar los impuestos del mercado y los padres de la comunidad pueden de esta forma dar trabajo a los parados. A pequeña escala se pone en marcha un ciclo virtuoso para sanear una economía enferma. Y esto funciona sorprendentemente bien bajo las condiciones de la política deflacionista que entonces se llevaba a cabo en Austria y en todo el mundo.
El experimento monetario de Wörgl y sus éxitos, puestos en duda por algunos, están bien documentados hoy día. Ya en 1933, el Dr. Franz Klein escribió en el Österreichischen Volkswirt, la mejor y más influyente revista económica, lo siguiente:
El municipio tirolés de Wörgl ha podido gastar en el miserable año de 1932, comparativamente, mucho más de su propio bolsillo en trabajos públicos y, al mismo tiempo, poner orden en su presupuesto. Por otro lado, el número de desempleados durante el tiempo del experimento se redujo en un 25%. Extrapolándolo a toda Austria, esto equivaldría a una reducción de 100.000 desempleados cuando lo que pasó fue un incremento del 20% en toda Austria.
El experimento de Wörgl también llegó a los Estados Unidos. 22 ciudades norteamericanas imitan en 1933 el ejemplo de Wörgl. En el Senado de los EEUU y también en la Cámara de Representantes se presenta un proyecto de ley en el que se pide la introducción de “dinero menguante” según las ideas de Silvio Gesell y el modelo de Wörgl. También en Checoslovaquia, un gran número de municipios deciden introducir una especie de “dinero menguante”. En el principado de Liechtenstein piensan hacer también lo mismo. Y otro tanto en el principado de Mónaco, París y Niza.
Este experimento practicado en la década de los 30 guarda relación con el presente. “El sistema de intereses produce de modo invisible e inconsciente para la mayoría una redistribución constante de abajo hacia arriba. En contra de la tan difundida opinión de que cada uno se beneficia de este sistema cada vez que obtiene algún interés, en realidad, sólo se beneficia una pequeña minoría, mientras que la gran mayoría de la población son los sufridores o perdedores del sistema de intereses.” Eso es lo que afirma el renombrado economista Bernd Senf, catedrático de Economía Política de Berlín. Y añade: “Crédito significa interés, e interés significa recaudar más de lo que se da.”
No es de extrañar que el ejemplo de Wörgl siga repercutiendo hoy de formas múltiples. A principios de la década de 1980, con la fundación del primer sistema de cambio, se puso en marcha un movimiento que, según el experto monetario internacional Bernard Lietaer, presenta hoy más de 4000 monedas complementarias en el mundo, en EEUU, en Europa y en casi todos los países industriales, así como en los países en desarrollo y emergentes. En ellos se experimentó y se experimenta con gran diversidad. Hay monedas complementarias clásicas como en Wörgl (por lo general sin devaluación), círculos de intercambio, sociedades de trueque, bolsas temporales y vales regionales (vales mercantiles que sólo pueden canjearse en una región), existen incluso experimentos con “monedas” energéticas, a fin de garantizar en el futuro ventajas ecológicas y económicas para las regiones. Siempre surgen nuevas iniciativas que no caben en el cajón.
Las monedas complementarias son casi como una caja de herramientas de la que uno se puede servir para arreglar algo. Pero el objetivo es siempre configurar un sistema a la medida del municipio, de la ciudad o de la región para la creación de valor adicional en beneficio de la comunidad.
En Austria existen cientos de círculos de trueque. Funcionan, dicho en términos sencillos, así: un informático ofrece a un panadero mejorar su sistema electrónico. Por este servicio recibe un valor virtual o mediante un vale. Con este valor puede comprar pan en la panadería o pagar al instalador.
Pero también hay monedas complementarias clásicas (“dinero local”), como por ejemplo el “Babenbergertaler” de Mödling, el “Styrrion” de Graz, el “Silbergulden” de Hall. Emitidas por la municipalidad, estas “monedas” sólo pueden gastarse en las tiendas y empresas de servicios de la ciudad, lo cual debe reforzar la economía local. También en Wörgl vuelve a haber un pequeño experimento de moneda: el 1 de octubre de 2005 se introdujo una moneda complementaria juvenil. Pueden emplearla jóvenes a partir de los 12 años. Son útiles en instalaciones sociales, asociaciones, o en la vecindad. Por ella reciben tarjetas de valor temporal, como patrón rige una tarjeta de 2,50 € por hora. Estas tarjetas pueden cambiarse en la oficina municipal por vales de empresas regionales para compras o actividades de ocio (piscina, pista de tobogán, pista de hielo).
Como veis este experimento demuestra que nos guste o no la economía moderna está diseñada para que funcione con la inflación como activador del consumo y si bien siempre nos ha preocupado su existencia ahora que estamos a salvo de ella lo que nos preocupa es su ausencia.